NOZARASHI
(INTEMPERIE)
* 2 *
Un juego de verano
en el jardín japonés.
(a Ricardo Rodríguez Ponte,
de cuyo apasionado trabajo
hallarán esquirlas desperdigadas
a lo largo de estos breves capítulos).
en el jardín japonés.
(a Ricardo Rodríguez Ponte,
de cuyo apasionado trabajo
hallarán esquirlas desperdigadas
a lo largo de estos breves capítulos).
CAPÍTULO 2
Harto de bordear las aguas del jardín japonés me había sentado en la piedra sobre las pinturas de Hiroshige que ella me dejó. No es cómodo, pero en los momentos de ira siento que lo peor de mí le está apuntando a su sien y eso me alivia. Fue entonces que vi el brillo en el agua. Me esperancé. ("¡¿Roberto?!...).
Pero fue apenas un segundo.
Después otra vez el agua lisa e intraducible.
hi/no/hikari
kesa/ya/iwashino
kashita/yori
Hace tiempo leí este haiku en un libro del argentino Alberto Silva (impensable nombre para quien quiera que hable japonés). Contaba ahí mismo sobre las dificultades con las que luchó al traducir: "la lengua japonesa tiene características extremas, que en el caso del haiku se agudizan". Sé que me distraigo de esta ira de estar sin Roberto. A pesar de los peces y peces que hay en este lago, su mancha inconfundible entre los ojos me da chances. Y yo soy imbatible nadando contracorriente.
Toda la luz del día
brilla en la trompa
de las sardinas
de las sardinas
Recuerdo una anécdota de Lacan veinteañero, que cierta vez le conté a ella en medio de una discusión: "¿ves esa lata que flota en el agua?... Pues bien...¡ella a vos no te ve!". Es una costumbre odiosa que tengo: cuando las papas queman cito a Freud o a Lacan. Los pongo por delante y ausento el cuerpo. El año pasado empecé a atender consultorio. Mi supervisor ya me ha hecho notar que eso mismo es lo que hago con mis pacientes. Por eso es que ni bien me lo marcó, fui y se lo conté a mi novia: "... ¿ves que no es personal?".
El agua no volvió a romperse y la batalla del día ya está perdida. Pero es que por un momento me pareció el modo exacto con que mi pez solía aparecerse entre las algas de la pecera. Pero también, no lo voy a negar, el modo en que ella se aparecía: así, como de la nada.
Los pasajes citados pertenecen a "El libro del haiku" del argentino residente en Japón, Alberto Silva.
El haiku transcripto pertenece al poeta Boshô.
En el video se trata del estudio fotográfico del artista Hiroshi Sugimoto. En el mismo se aclara que "las fotografías de Sugimoto fueron tomadas con una cámara de gran porte. Su excepcional resolución no pudo ser conservada por esta presentación".
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