Monday, January 11, 2016


ONCE VECES DE ENERO
(Capítulo 9)



Esa mañana Hugo tuvo noticias de ella: en dos días cantaría en un bar.

La rosa de los vientos está en el destino de los hombres. El corazón se le aceleró y de repente su persistente búsqueda de días cambió de sed: ¿podría realizar una talla para regalársela al terminar su show?. Pensó en esa última llamada a pie de página que se desprendía del 1/11/86: "Tu mandala, el de pelar manzanas cada vez: 'se espera lo que ya llegó, pero se lo busca más fácil donde no está'".

Lo interrumpió la puerta abierta por huracanes de gallos. Otra vez Gengis Kan le hacía saber su condición de refugiado sin patria, ahí mismo en lo que fueran los dominios de su abuelo. Hugo mantuvo el pulso firme de deshollinador y carpintero: "no sabía que venía un comprador, no tengo las herramientas en condiciones".

Antes de que el tío empeñara sus esfuerzos de toro, el visitante dijo que no había por qué preocuparse. Las miró. Las palpó. Las sostuvo sobre las palmas de sus manos, probándole el peso y la empuñadura mientras le hacía comentarios a Dante. El aire se rompía de olor a resina. La pronta decisión del hombre borró la mueca aburrida del tío: "las compro".

Otro golpe rotatorio de los vientos. El deshollinador cayó del tejado por esa embestida de nueve letras del aliado de Kan. Escuchó como entre sueños una conversación en la que el hombre anunciaba que volvería en unos días a retirarlas. Los oyó irse a la casa principal a concretar la seña. Y no tuvo fuerzas para retomar la talla.


Pero entonces consideró por primera vez que acaso las tallas que en cada cumpleaños Alicia descubría escondidas en algún punto de la ciudad, estuviesen en la casa. Esperó que se marchase el comprador y golpeó la aldaba de madera que desde hace años persistía en reemplazar al timbre. Cuando su tío abrió no le permitió pensar:

- Necesito saber si vos tenés las tallas de la abuela Alicia

- ¿De qué carajo hablás, Hugo?

***

Dos horas después se había resignado. Naufragaba entre sus maderas. Esos trozos de cedro y nogal que habían sido de su abuelo, ahora eran todo lo que le quedaba.


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Guillermo Cabado

(mañana 10 de enero, el capítulo 10)

(todas las fotos fueron tomadas entre Montevideo, principalmente, y Colonia)
(el GIF pertenece a obra de Pina Bausch)


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