Tuesday, March 15, 2016


“Y después, después la voz... en el número” 
(un pasaje del seminario XXI de Lacan, tras la asomada al arte, de ayer en la radio)




Ayer en "Radiofonía" conversamos con una artista, no con una psicoanalista. La conversación con Luciana Jury (1), cantora, trae resonancias de la cuestión de la voz en los planteos de Lacan. Claro, pero ¿entre la voz de la cantora y la voz de la que habla Lacan, ¿hay una relación que no sea sólo de homonimia?.

Como siempre, el programa es una ocasión para leer y tomar posición respecto de lo que leemos. Comparto aquí un fragmento de la reunión del 9/4/74 del seminario XXI (con un título a leer: “Los nombres del padre”/ “Los no incautos yerran”). Ella se inicia con la asociación de la invención con el saber y la famosa mención de Lacan respecto de que el objeto a es lo que él ha inventado, aunque allí no dice que sea su "único invento" sino que “no es entre otros, entre otras cosas” ; es decir: que no es un invento que ingrese en serie con otros. Al final de este pasaje que cito, escritura y objeto a se encuentran.

Tal pasaje sucede aquel 9 de abril de 1974 a continuación de una referencia de Lacan a la lectura que hiciera, o no hiciera, Tristan Tzara de un obsequio suyo: su escrito “La instancia de la letra...”:

“Pero esto se explica, en suma, por el hecho de que eran poetas, y como lo hizo notar hace mucho tiempo Platón, no es para nada forzado, es incluso preferible que el poeta no sepa lo que hace. Esto es lo que da a lo que hace su valor primordial. Ante lo cual en verdad no queda sino bajar la cabeza, si es que puede hacerse cierta analogía, cierta homología, digamos — pero con ese sentido aproximativo para la palabra homo que es el que les señalé hace un rato, cierta homología entre lo que tenemos como obras de arte y lo que recogemos en la experiencia analítica. 

Interpretar el arte es lo que Freud siempre descartó, siempre repudió; lo que llaman psicoanálisis del arte es todavía más descartable que la famosa psicología del arte, que es una noción delirante. Al arte debemos tomarlo como modelo, como modelo para otra cosa, es decir, hacer de él ese tercero que aún no está clasificado. ese algo que se apoya en la ciencia por una parte y por la otra toma al arte como modelo , e iría aún más lejos: que no puede hacerlo sino en la espera de tener que darse al final por vencido. 

Lo que para nosotros atestigua la experiencia analítica es que nos hallamos frente a lo que yo diría verdades indomables de las que debemos testimoniar, sin embargo, como tales, pues son las únicas que pueden permitirnos definir cómo, en la ciencia, lo que tiene relación con el saber, el saber inconsciente, cómo en la ciencia puede esto constituir lo que yo llamaría un borde, es decir, aquello de lo que la ciencia misma como tal está, a falta de una palabra mejor, yo diría "estructurada". Si lo que anticipo para ustedes responde a algo, quiero decir que ustedes me han esperado bastante antes de que yo enuncie que no hay relación sexual, eso es lo que quiere decir. 

Además, señalo que esto no implica decir que lo poco de real que sabemos — que se reduce al número— que lo poco de real que sabemos, si es tan poco, estriba en el famoso agujero, en el hecho de que en el centro está ese topos, que uno no puede más que tapar; ¿con qué?: con lo imaginario, pero esto no quiere decir que el objeto a sea lo imaginario. Es un hecho que el se imagina se imagine con lo que se puede, a saber, con lo que se chupa, lo que se caga, lo que hace la mirada, lo que domina la mirada en realidad, y después, después la voz. Los dos últimos en el número (2), en todo caso seguramente el último lo agregué a la lista yo en tanto que se imagina


(el clásico recurso de Ulises ante el canto de las sirenas, en la pintura de John William Waterhouse)

Pero el hecho de que se imagine no quita nada al alcance del objeto a como topos, quiero decir como lo que se squeeze (“se mete a presión”) para dar su imagen, nada más, para dar su imagen que sólo tiene una ventaja, la de ser una imagen escrita: la que di en el nudo borromiano. El objeto a, es allí que eso se anuda. Hay pues dos caras, en el objeto a: una cara que es tan real como resulte posible, sólo por el hecho de que se escribe. Ven lo que trato de hacer: trato de situarles lo escrito como ese borde de lo real, situar sobre ese borde.” 


(versión extraída del sitio de Acheronta, no es de las que suelo utilizar que son las establecidas por Ricardo Rodríguez Ponte. Los subrayados son injerencia de mi parte)


Guillermo Cabado

(1) Aquí el programa de ayer, 7/3: http://www.ustream.tv/recorded/84237599

(2) Hay en esto un asunto a interrogarse, me parece. Por lo pronto hacer imagen con el recurso del número es diferenciado aquí de hacer imagen con el recurso a del pezón o de la materia fecal. Propongo pensar este recurso del número en la línea de la influencia en Lacan de la lectura de Koyré. Y por este sesgo sugiero la lectura de este comentario de Martín Krymkiewicz, a partir del punto donde alude a Koyré: http://sujetodelaciencia.blogspot.com.ar/.... Agrego tan sólo que la idea de “lista” trabajada por Lacan en su seminario IV remite a la posibilidad de localización de elementos.

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