19 - Nozarashi
Un juego de verano
en el jardín japonés.
(a Ricardo Rodríguez Ponte,
de cuyo apasionado trabajo
hallarán esquirlas desperdigadas
a lo largo de estos breves capítulos)
en el jardín japonés.
(a Ricardo Rodríguez Ponte,
de cuyo apasionado trabajo
hallarán esquirlas desperdigadas
a lo largo de estos breves capítulos)
CAPÍTULO 19
Pensaba. Ayer pensaba mientras este personaje extraño, después de develar su nombre, me hablaba y hablaba del "proyecto Tanaka" sin dejar de ejecutar la ceremonia del té con notable destreza: 'Alcides' me da Paraguay pero no Japón.
Atiné a amarrar los ojos a una de las tantas rocas que se ven a través del ventanal de la chashitsu para no marearme con su propuesta.
Noboru Tanaka no es Nagisa Oshima, pero un año antes que éste ya había filmado la misma historia sucedida en la década del 30' en Ogu, Japón. Y ésa es la clave del insólito proyecto de Alcides.
Pero detrás del espanto rojo de aquel corte de cuchillo hay la historia de una mujer real, Abe Sada. Y detrás del proyecto de Oshima, a diferencia del de Tanaka, había capitales franceses. Y también un diálogo del director con una escena de "Historia del ojo" de su admirado Georges Bataille, sucedida en una corrida de toros. A tal punto que el erotismo femenino de "El imperio de los sentidos" le deba mucho al de Simona, la heroína creada por Bataille.
Y por eso mismo acaso haya sido Noboru Tanaka el que se mantuviera mucho más fiel que el reconocido Oshima a la Sada real.
Como fuere, algo debía pasar en la Francia de los 70' con el libro de Barthes, "El imperio de los signos", como para que a la hora de su estreno mundial en Cannes decidieran cambiar el título original "Ai no corrida" ("La corrida del amor") por uno que proponía trastocar los signos barthesianos por los sentidos.
El mismo Lacan en su "Lituraterre" escrita al calor de su reciente viaje a Japón se había ocupado del libro de Barthes: cinco años antes del estreno de la famosa película prohibida de Oshima, y por otras causas, Lacan proponía modificar la expresión "el imperio de los signos" por "el imperio de los semblantes", o de las apariencias. Y precisamente a causa del libro de Barthes fue que habló allí del bunraku, esa puesta teatral que deja todos los hilos a la vista.
Me sorprende haberme despertado esta mañana tan liviano de Celina.
"El japonés, me han dicho, la encuentra mala. Porque nada más distinto del vacío cavado por la escritura que el semblante". Lacan se distanciaba allí de Barthes, y en su oposición "semblante vs letra", insistía: no busquen detrás de las envolturas. El cuerpo de lo que cuenta está oculto y a la vista.
Pero hay que leerlo.
Atiné a amarrar los ojos a una de las tantas rocas que se ven a través del ventanal de la chashitsu para no marearme con su propuesta.
Noboru Tanaka no es Nagisa Oshima, pero un año antes que éste ya había filmado la misma historia sucedida en la década del 30' en Ogu, Japón. Y ésa es la clave del insólito proyecto de Alcides.
Si aquella mañana del campanario este tipo hubiera lanzado "¿Oshima?", es posible que yo no me hubiera perdido en ocurrencias sobre la mafia. Es que Nagisa Oshima es "El imperio de los sentidos". Y esta película es su escena final. ¿Cuántos piensan en otra cosa que en ese desenlace cuando se la recuerda?.
Pero detrás del espanto rojo de aquel corte de cuchillo hay la historia de una mujer real, Abe Sada. Y detrás del proyecto de Oshima, a diferencia del de Tanaka, había capitales franceses. Y también un diálogo del director con una escena de "Historia del ojo" de su admirado Georges Bataille, sucedida en una corrida de toros. A tal punto que el erotismo femenino de "El imperio de los sentidos" le deba mucho al de Simona, la heroína creada por Bataille.
Y por eso mismo acaso haya sido Noboru Tanaka el que se mantuviera mucho más fiel que el reconocido Oshima a la Sada real.
Como fuere, algo debía pasar en la Francia de los 70' con el libro de Barthes, "El imperio de los signos", como para que a la hora de su estreno mundial en Cannes decidieran cambiar el título original "Ai no corrida" ("La corrida del amor") por uno que proponía trastocar los signos barthesianos por los sentidos.
El mismo Lacan en su "Lituraterre" escrita al calor de su reciente viaje a Japón se había ocupado del libro de Barthes: cinco años antes del estreno de la famosa película prohibida de Oshima, y por otras causas, Lacan proponía modificar la expresión "el imperio de los signos" por "el imperio de los semblantes", o de las apariencias. Y precisamente a causa del libro de Barthes fue que habló allí del bunraku, esa puesta teatral que deja todos los hilos a la vista.
Me sorprende haberme despertado esta mañana tan liviano de Celina.
"El japonés, me han dicho, la encuentra mala. Porque nada más distinto del vacío cavado por la escritura que el semblante". Lacan se distanciaba allí de Barthes, y en su oposición "semblante vs letra", insistía: no busquen detrás de las envolturas. El cuerpo de lo que cuenta está oculto y a la vista.
Pero hay que leerlo.
La primera imagen muestra a una sirvienta ayudando a una geisha con su obi. El tipo de prenda con el que Sada Abe practicara la asfixia en el juego amatorio final.
El resto de las imágenes pertenecen a publicidades japonesas del siglo XX publicadas en el libro "Bellezas japonesas" editado por Taschen.
El video final es un hallazgo en youtube, no pude ubicar a sus autores pero se presenta como una transposición de Georges Bataille,
es decir: esa práctica por la que algo de lo literario pasa al cine.
Noboru Tanaka estrenó en 1975 "Jitsuroku Abe Sada", desconozco si sabía que Oshima estaba preparando su propia película sobre la misma historia. El film de Tanaka no trascendió más allá del Japón. "Ai no corrida", un años después, estalló en Cannes, y más allá de las censuras quedó en la memoria popular.
La referencia a "Lituraterre" de Lacan y el bunraku fue realizada en el capítulo 7 de esta blog-novela.
Para leer "Historia del ojo" de Bataille, infaltable en aquellos interesados por Lacan (referencia que parece estar oculta a la vista durante las clases del seminario XI en el que éste trabaja la cuestión de la mirada mientras nombra varias veces a Merleau Ponty), clic aquí . La escena a la que aquí se alude la hallarán en el capítulo "El ojo de Granero".
Para leer, al decir de Francois Cheng, ese viaje de Roland Barthes no por la geografía japonesa sino por sus signos, llamado "El imperio de los signos": http://es.scribd.com/doc/102296908/Roland-Barthes-El-imperio-de-los-Signos
El resto de las imágenes pertenecen a publicidades japonesas del siglo XX publicadas en el libro "Bellezas japonesas" editado por Taschen.
El video final es un hallazgo en youtube, no pude ubicar a sus autores pero se presenta como una transposición de Georges Bataille,
es decir: esa práctica por la que algo de lo literario pasa al cine.
Noboru Tanaka estrenó en 1975 "Jitsuroku Abe Sada", desconozco si sabía que Oshima estaba preparando su propia película sobre la misma historia. El film de Tanaka no trascendió más allá del Japón. "Ai no corrida", un años después, estalló en Cannes, y más allá de las censuras quedó en la memoria popular.
La referencia a "Lituraterre" de Lacan y el bunraku fue realizada en el capítulo 7 de esta blog-novela.
Para leer "Historia del ojo" de Bataille, infaltable en aquellos interesados por Lacan (referencia que parece estar oculta a la vista durante las clases del seminario XI en el que éste trabaja la cuestión de la mirada mientras nombra varias veces a Merleau Ponty), clic aquí . La escena a la que aquí se alude la hallarán en el capítulo "El ojo de Granero".
Para leer, al decir de Francois Cheng, ese viaje de Roland Barthes no por la geografía japonesa sino por sus signos, llamado "El imperio de los signos": http://es.scribd.com/doc/102296908/Roland-Barthes-El-imperio-de-los-Signos
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