"EL PADRE SIMBÓLICO ES IMPENSABLE"
(parando un poco la pelota, para leer la lectura de Lacan del caso Hans)
Adelanto ya aquí un fragmento de esta nota pues lo considero crucial.
A partir de ello, se dividen las aguas de la dirección de una cura:
Aquí se abren la aguas: con "el papá que leemos en el discurso llamado 'caso Hans'", estoy diciendo dos cosas que implican un modo de pensar el psicoanálisis que no es el que muchas veces se sostiene.
1) Cuando decimos "padre" estamos hablando de un lugar, un lugar que es convocado a responder. Responder respecto del deseo. Luego, en ese lugar puede caer un papá, una mamá, un tío. Por lo tanto "padre" es una posición que sólo podrá ubicarse leyendo el discurso que se nos dirige en tanto analistas y no asomándose a la casa del paciente para ver quién es y cómo funciona el papá.
2) Desde esta perspectiva, los psicoanalistas no trabajamos con las cosas del mundo, con las cosas que "son" y que pueden observarse en el mundo tridimensional (esto será crucial que lo recordemos cuando abordemos el problema de cómo Lacan habla de lo real en su seminario IV). Nosotros trabajamos con una idea que le debemos a los sofistas: el discurso produce existencias. Esto es: no nos importará si el "papá de la realidad" de Hans era así o no. Nos importará que en el discurso que se nos dirige y que nos disponemos a leer, esa posición paterna se presenta con tal o cual modo de respuesta.
(Freud y, dicen, el pequeño Hans)
AHORA SÍ, DESDE EL INICIO:
"Si la imprescindible dimensión de la alteridad absoluta, de quien simplemente tiene la potencia y responde de ella, no interviene en ningún diálogo particular, es por alguna razón (....) El único que podría responder absolutamente de la función del padre como simbólico, sería alguien que pudiera decir como el Dios del monoteísmo: 'yo soy el que soy'. Pero esta frase que encontramos en el texto sagrado no puede pronunciarla nadie literalmente" (Lacan, el 6/3/57, en su seminario IV, pag 212, preparándose para lo que entenderemos como el primero de los tres giros de lectura del caso Hans producidos allí por él)
Habría que agregar: no puede pronunciarla nadie literalmente... sin fallarnos. Porque al fin y al cabo, ¿qué es esa "función del padre" o "posición paterna" de la que habla Lacan en el seminario IV sino la que se habilita con la demanda de respuesta por parte del sujeto, llámese Moisés frente a la zarza ardiente o Juan ante su papá discípulo de Freud?. Esto es sensible y clave para pensar el psicoanálisis: no se "es" padre así como no se "es" analista, porque estamos hablando de posiciones habilitadas por la demanda y no porque nos hayamos recibido de ello, ni siquiera porque hace 5 minutos atrás hayamos ocupado esa posición...
"Me dirán entonces: 'usted nos enseñó que el mensaje que recibimos es el nuestro, en forma invertida, por lo tanto todo se resuelve con un Tú eres el que es". No lo crean, pues...¿quién soy yo para decirle esto a alguien, quien quiera que sea?. Lo que quiero indicarles es que el padre simbólico es impensable, hablando con propiedad.. El padre simbólico no está en ninguna parte. No interviene en ninguna parte"
Sin dudas Lacan está diciendo "che, no me tomen como el garante del orden, como un Otro sin falla". Pero agreguemos, que el padre simbólico no esté en ninguna parte no implica que tantas veces se apele a él. Era el caso del papá que leemos en el discurso llamado "caso Hans"...
SE ABREN LAS AGUAS
Aquí se abren la aguas: con "el papá que leemos en el discurso llamado 'caso Hans'", estoy diciendo dos cosas que implican un modo de pensar el psicoanálisis que no es el que muchas veces se sostiene.
1) Cuando decimos "padre" estamos hablando de un lugar, un lugar que es convocado a responder. Responder respecto del deseo. Luego, en ese lugar puede caer un papá, una mamá, un tío. Por lo tanto "padre" es una posición que sólo podrá ubicarse leyendo el discurso que se nos dirige en tanto analistas y no asomándose a la casa del paciente para ver quién es y cómo funciona el papá.
2) Desde esta perspectiva, los psicoanalistas no trabajamos con las cosas del mundo, con las cosas que "son" y que pueden observarse en el mundo tridimensional (esto será crucial que lo recordemos cuando abordemos el problema de cómo Lacan habla de lo real en su seminario IV). Nosotros trabajamos con una idea que le debemos a los sofistas: el discurso produce existencias. Esto es: no nos importará si el "papá de la realidad" de Hans era así o no. Nos importará que en el discurso que se nos dirige y que nos disponemos a leer, esa posición paterna se presenta con tal o cual modo de respuesta.
CONTINUEMOS CON LA IMPOSIBILIDAD DEL PADRE SIMBÓLICO
Decíamos que la afirmación de Lacan respecto de que el padre simbólico no está en ninguna parte no implica que tantas veces se apela a él. Era el caso del papá que leemos en el discurso llamado "caso Hans": una y otra vez sus respuestas buscaban el paraguas protector de un supuesto orden simbólico externo que funcionara como garante de lo que habría de decir. Un "orden del mundo" donde se puede descubrir cómo debe funcionar el mundo, un orden que le permitiría al que tiene que responder hacerlo sin preocupación por fallar. Advertirán que lo que aquí está merodeando es la apelación al Otro del Otro, propia de cuando el Otro completo nos deja tambaleantes. Al fin y al cabo, si la respuesta que recibe Moisés no es plena, ¿por qué no suponer que al menos por un instante se haya imaginado remitiéndose a una "segunda instancia", a un más allá de Dios, al Otro del Otro, para que se dé la respuesta plena y ya?.
(ahora operamos al revés: una niña que luego será artista, Bjork)
Si bien habrá que esperar aún dos años para que Lacan afirme "no hay Otro del Otro", ya se esboza que con una respuesta del tipo "Yo soy el que soy" ("Yo soy el que Yo es", corregirá Lacan su traducción en su seminario XVI...), si el sujeto se tienta con apelar a una segunda instancia es porque está tropezando con lo indecible que resuena en lo literal. Es decir: con la instancia de la letra. Pues bien, ya ingresando a sus doce clases alrededor del caso Hans, Lacan está también próximo a dictar su conferencia de mayo del 57' ante estudiantes de Letras: "la instancia de la letra en el inconciente o la razón desde Freud".
¿Y EL PADRE REAL?
Un poco después, en la misma clase del 6 de marzo Lacan dirá respecto de esta dimensión de "respuesta llamada" (insisto: ¡¡no hay padre sin demanda que lo habilite!!... lo mismo sucede con "psicoanalista") que nombramos "padre simbólico" (1):
"Este padre mítico (...) no interviene en ningún momento de la dialéctica, salvo por mediación del padre real, el cual en un momento cualquiera vendrá a desempeñar su papel y su función, permitiendo vivificar la relación imaginaria y dándole su nueva dimensión. Sale del puro juego especular para dar su encarnación a aquella frase que antes calificamos de impronunciable, tú eres el que eres. Si me permiten el juego de palabras y la ambigüedad que exploté ya cuando estudiábamos la estructura paranoica del presidente Schreber, no es tú eres el que eres, sino tú eres el que matabas (aquí hay un equívoco que se produce en francés entre el "tu es" y "tuais", que metonimiza "tú eres" en "matabas" ). (...) Sólo así hay algo que responde en lo simbólico" (pag 213, de la edición de Paidós, establecida por Miller)
Clarito: el "padre real" no tiene que ver con el "verdadero papá" que está más allá de cómo lo puede ver el paciente. El "padre real" es una posición de respuesta que se despreocupa del paraguas protector que garantice que el sujeto tenga una respuesta plena, bien explicada y argumentada. Es una respuesta que tiene el valor de "corta la bocha: te digo esto, leelo vos, jugá tu carta, tomá posición, pero no hay más vuelta... es lo que es". Sólo así puede haber una respuesta de lo simbólico, cuando se prescinde de la respuesta sostenida en la garantía de lo simbólico de la que hablábamos antes.
Justamente, para despejar cualquier confusión que por momentos puede producirse en el marco del seminario IV entre "real" y "realidad", les propongo entender la definición de Lacan de lo real, a esa altura de su enseñanza como "es lo que es". De ello no hay nada que podamos predicar, argumentar, metonimizar. Es lo que en el discurso del paciente surge como un agujero respecto de producciones de sentido: una y otra vez eso va al mismo lugar. Y si quieren pueden agregarle el clásico "cric cric" de los grillitos que se escuchan en el silencio de lo indecible.
(perdón, me cebé con el juego: ¿y éste niño quién será cuando sea grande?...¡Sí!: Freddy Mercury... bueno, basta, sigan prestando atención a Lacan que ya termina)
EL PADRE IMAGINARIO
En la clase siguiente, 13/3/57, Lacan dirá: "el padre imaginario y el padre real son dos términos que nos plantean muchas menos dificultades". Y enseguida ubica al padre imaginario en términos de "la figura del padre, con todos sus aspavientos, (que) sólo tiene una relación extremadamente lejana con lo que ha estado efectivamente presente en el padre real del niño". Aquí tenemos la dificultad de este seminario: ese "padre real" puede llevarnos al papá de los hechos o puede llevarnos a lo que en el discurso del niño aparece como irreductible a toda imagen que se pueda hacer del padre. Les propongo esta segunda vertiente. Desde allí entonces podemos trazar un hilo hasta el inicio de la clase del 3 de abril donde dirá:
"¿Qué quiere decir que ha de ser un padre imaginario quien establezca definitivamente el orden del mundo, a saber, que no todo el mundo tiene falo?. Es fácil reconocerlo: el padre imaginario es el padre omnipotente, es el fundamento del orden del mundo en la concepción común de Dios, la garantía del orden universal"
Ese "padre omnipotente" es solidario de la omnipotencia que implica todo lo que sea del orden de la imagen yoica. No en el sentido de creerse Superman sino en tanto la ilusión de poder aprehenderse plenamente (es por esto que creerse el más pusilánime de la faz de la Tierra puede tener el mismo valor que creerse Superman...). Que la ley "no todo el mundo tiene falo" sea parte de eso y no de la castración, nos indica claramente que ésta quedará ubicada por Lacan en tanto el encuentro con la insuficiencia de la Ley para responder por el orden del mundo y no para soportar "la diferencia anatómica".
Eso será en nuestro próximo artículo
Guillermo Cabado
(para el taller "¿Leer la letra... o mirar el piso?", una articulación entre la lectura de Lacan del caso Hans de Freud y la película "La caza" de Vinterberg)
(1) Así, como esto a su vez está contrabalanceado cuando dice que el sujeto "sólo puede entrar en este orden de la ley si, por un instante al menos,ha tenido frente a él un partener real, alguien que en el Otro haya aportado efectivamente algo que no sea simplemente llamada y vuelta a llamar (...) alguien que responde" (pag 212 de Paidós). Este "partenaire real" no debe reducirse a "la persona que en la realidad le respondió" (esa "realidad objetiva" que incluso podría ser confirmada preguntándole a diversos testigos si efectivamente sucedió). Este "real" implica sin dudas la presencia de otro cuerpo respondiendo, pero eso a su vez inevitablemente cortocircuitado por el peso de "cómo fue escuchado por el niño". Se trata de una irreductible tensión entre dos lugares que cuando de lo que se trata es del deseo inconciente y no de la Historia, nos expulsa desde ya siempre e inevitablemente del "paraíso de los hechos objetivos". Sin dudas que el papá de Hans intervenía (Lacan llama a esta dimensión "el personaje del padre") . Pero el punto es cómo entra eso en el psicoanálisis: entra en el discurso que se nos dirige. Luego allí se aplica todo lo ya desarrollado
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