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DE TIM BURTON A ALEJANDRA PIZARNIK
DE TIM BURTON A ALEJANDRA PIZARNIK
(¿HAY CINE o TEATRO PARA NIÑOS?)
Serie en 9 entregas, desarrollada originalmente entre agosto y octubre de 2005
Al calor de la experiencia de haber escrito y puesto en escena "Dedos en el espejo"
Todas estas reflexiones son deudoras del intercambio con aquel bello grupo de actores que me acompañaron en la búsqueda de una poética que no fuera "para chicos" pero los incluyera.
Pero también deudora de los pacientes niños que han llegado a mi consultorio.
*** Nro. cero de la serie ***
"No es una película para chicos (...)
Quizás les parezca visualmente divertida
pero es una historia para adultos;
o son ellos los que entenderán mejor toda la historia"
(crítica de "Chandler" sobre "Charlie y la fábrica de chocolate"
en cinesargentinos.com.ar: www.cinesargentinos.com.ar)
Desde hace 15 días la última película de Tim Burton, "Charlie y la fábrica de chocolate" (1) , está en cartel. Verla ha sido reactivar una inquietud que me ocupa tanto cuando escucho relatos en el consultorio como cuando intento montar un espectáculo teatral: ¿no será "la infancia" un puro invento de los adultos?.
La razón de estas líneas es hacer un pasamanos con esa inquietud, un "pasala y, acaso, que vuelva". Se trata de un pequeño recorrido reflexivo que les propongo, hecho de ocho correos electrónicos, uno por semana. Con ellos intentaré trazar un arco entre dos puntos: de Tim Burton a Alejandra Pizarnik, o de cómo el "para chicos" suele ser un preservativo de uso adulto.
Para fundar la serie, hoy envío lo que convendría pensar como "el cero de dicha serie". Acaso no sea casual que para ello apele a una anécdota personal:
Mi hijo a los 10 años mirando el Chavo a las 4 de la tarde en la tele. Flash informativo: "los padres del joven secuestrado recibieron un dedo de su hijo salvajemente cortado por los secuestradores". Estuve por cambiar de canal. A veces lo hago. Pero recordé entonces algo recientemente descubierto: en ocasiones me apresuro a suponer qué le puede pasar ante tal o cual vivencia; y en ello, claro, le yerro fiero. Por tanto no cambié de canal. Esperé, inquieto, a que él dijera algo. Y dijo. Preguntó si uno podría morirse cuando le cortan un dedo.
Le expliqué, intentando limitarme a lo que me había consultado. Después calló. Resistí como pude a la tentación de interrogarlo (...¿qué estaría pensando en ese momento?). Y esperé.
Pero no hubo más: a los dos minutos se estaba riendo otra vez con Chespirito.
Trazada esta marca sin moralejas conclusivas, intentaré en el próximo correo, en una semana, comenzar a articular ese arco que vaya de Burton a Pizarnik.
Guillermo Cabado
PARA LEER EL SIGUIENTE NÚMERO DE ESTA SERIE: http://cabado.blogspot.com.ar/2015/09/blog-post.html
(1) Me llevó al cine un doble interés:
a) lo que yo supongo una fuente de estímulo en común para muchos (una pena no tener el talento del gran Tim): las imágenes fabriles de "Tiempos modernos" de Chaplin, que en mi caso me disparara el año pasado la escritura de una obra sobre una fábrica de galletitas con el olor de la Terrabusi de los años 60' en la calle San José;
b) el hecho de que unos días antes de ver la película de Burton, viera en el BAC la versión filmada por los ingleses en 1971. Es curiosa la decisión de Tim Burton de darle al personaje encarnado antaño por Gene Wilder y ahora por Johnny Depp, algo que no tenía hasta ahora: un padre y con él una biografía "explicativa". Parece haber en ello tela para cortar.
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