"RECORDAR, REPETIR, REELABORAR"
(segunda parte de nuestro Freud comentado;
rumbo al encuentro en "Lacan con cine"
de la novela familiar de "Como agua para chocolate",
entendida como una sucesión de tiradas de monedas)
Aquí el texto de Freud, fiel a la versión de Strachey en Amorrortu, con letra bordó (pidiéndole disculpas al tata Freud por la intromisión intercalaré comentarios entre paréntesis, subrayados e incluso sugerencias de "subtítulos")
CONTINUAMOS CON EL TEXTO DE FREUD. AQUÍ ÉL CIERRA EL PARÉNTESIS CRUCIAL SOBRE EL
REMEMORAR Y EL OLVIDO QUE ACABABA DE ABRIR
"Cuando aplicamos la nueva técnica resta muy poco, nada muchas veces, de
aquel decurso de alentadora tersura [1].
Es cierto que se presentan casos que durante un trecho se comportan
como en la técnica hipnótica (hay
descarga emotiva, abreacción), y sólo después
se deniegan; pero otros tienen desde el comienzo un comportamiento diverso. Si
nos atenemos al signo distintivo de esta técnica (la asociación libre) respecto del tipo anterior (recordar que aquélla, si bien abandonó la búsqueda de
descarga emotiva reemplazándola por
una búsqueda de “gasto de trabajo”, al
principio mantuvo la demanda de que el paciente recordase el hecho “causante”
de la neurosis), podemos decir que el analizado no
recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa
[2]
. No lo reproduce
como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo
hace.
(Tita y Pedro en "Como agua para chocolate". Ella no sabía. No sabía que separada de él se estaba repitiendo la historia de su propia madre, separada de su amante)
Por ejemplo: el analizado no
refiere acordarse de haber sido desafiante e incrédulo frente a la autoridad de
los padres; en cambio, se comporta de esa manera frente al médico (Freud sostiene: “debió pasarle antes”. Desde
Lacan diríamos otra cosa: no importa si pasó o no, sí importa que esto que actúa no es sin una falla en la ligadura de representaciones, en el rememorar). No recuerda (otra
vez: podría tomarse este “no recuerda”
no en el sentido de “no evoca el hecho” sino
como un “hay falla en la ligadura de
representaciones”, algo no cesa de no inscribirse) haberse quedado atascado, presa de desconcierto y
desamparo, en su investigación sexual infantil, pero presenta una acumulación
de sueños confusos (algo del sentido falla), se lamenta de que nada le sale bien y, proclama, es su destino no
acabar nunca ninguna empresa. No se acuerda de haber sentido intensa vergüenza
por ciertos quehaceres sexuales, ni de haber temido que lo descubrieran, pero
manifiesta avergonzarse del tratamiento a que ahora se somete y procura mantenerlo en secreto frente a todos (Freud:
“la vergüenza no es por esto, sino por aquello”). En especial, él empieza la cura con una repetición así. A menudo,
tras comunicar a cierto paciente de variada biografía y prolongado historial
clínico la regla fundamental del psicoanálisis, y exhortarlo luego a decir todo
cuanto se le ocurra, uno espera que sus comunicaciones afluyan en torrente,
pero experimenta, al principio, que no sabe decir palabra. Calla, y afirma que
no se le ocurre nada. Esta no es, desde luego, sino la repetición de una
actitud homosexual que se esfuerza hacia el primer plano como resistencia
a todo recordar [3].
Y durante el lapso que permanezca en tratamiento no se
liberará de esta compulsión de repetición [4]
, uno comprende, al fin, que ésta es su manera de recordar" (o sea
que este agieren, esta repetición en
el actuar lo que no rememora, es un
modo de rememorar… Para evitar el atolladero de un “rememorar sin rememorar”, podríamos decir que el agieren
no es sin el rememorar. Lo cual
quiere decir que no es externo,
sino el
punto de falla en el “corazón del rememorar”, y diremos algo más: este punto de falla es irremediable, o sea
que el agieren es la manifestación del
punto de imposibilidad del rememorar. Allouch en “Letra por letra” define al agieren así: “es lo que del die Tat (hacer) está determinado por el fracaso
de la rememoración”).
"Por supuesto que lo que más nos interesa es la relación de esta compulsión
de repetir con la trasferencia y la resistencia. Pronto advertimos
que la
trasferencia misma es sólo una pieza de repetición, y la repetición es la
trasferencia del pasado olvidado (recordar en “Sobre
la dinámica de la transferencia”: “El mecanismo de la trasferencia se
averigua, sin duda, reconduciéndolo al apronte
de la libido que ha permanecido en
posesión de imagos infantiles; pero el esclarecimiento de su papel en la
cura, sólo si uno penetra en sus
vínculos con la resistencia”); pero no sólo
sobre el médico: también sobre todos los otros ámbitos de la situación presente. Por eso tenemos que estar preparados (diría más: estar disponibles a ser tomados por el agieren, por lo que hace con lo que dice) para que el analizado se entregue a la compulsión de
repetir, que le sustituye ahora al impulso de recordar (consecuentes con lo comentado hace unas
líneas atrás: el agieren que sobreviene en tanto el rememorar encuentra un punto de
imposibilidad estructural), no sólo en la
relación personal con el médico, sino en todas las otras actividades y vínculos
simultáneos de su vida —p. ej., si durante la cura elige un objeto de amor,
toma a su cargo una tarea, inicia una empresa—. Tampoco es difícil discernir la
participación de la resistencia. Mientras mayor sea ésta, tanto más será
sustituido el recordar por el actuar (repetir). (todo el asunto está en si a la resistencia la entendemos como un obstáculo que, de no
mediar, nos permitiría llegar a la representación intolerable, o si la
entendemos como la manifestación del
punto de imposibilidad estructural
que afecta a todo decir, en esta segunda línea estaríamos en la dimensión de objeto en juego en la transferencia, que plantea Lacan). En efecto, en
la hipnosis, el recordar ideal de lo olvidado corresponde a un
estado en que la resistencia ha sido por completo abolida (esto es cuestionable: el punto de
imposibilidad y el agieren, bajo la
forma de abreaacción o abreagieren,
igual estará en juego. Más allá de eso, cabe destacar que la hipnosis en Freud
no operaba por un efecto narcotizante como el que podríamos ubicar en “Menón”, la obra platónica donde
Sócrates lleva al esclavo a la
reminiscencia, a ese saber que supuestamente radicaría en él sin que él
mismo estuviese advertido, sino porque, ante
la demanda del médico, el hipnotizado se “tira de cabeza” en la escena que le esboza esa demanda del
Otro… lo que con el Lacan del seminario X podemos precisar como un acting out, una “transferencia sin análisis”). Si la cura empieza bajo el patronazgo de una trasferencia suave,
positiva y no expresa, esto permite, como en el caso de la hipnosis, una
profundización en el recuerdo, en cuyo trascurso hasta callan
los síntomas patológicos; pero si en el ulterior trayecto esa trasferencia se
vuelve hostil o hiperintensa, y por eso necesita de represión, el recordar deja
sitio enseguida al actuar (si
por el contrario pensáramos la resistencia no
como el sofocamiento de lo intolerable de la transferencia negativa o erótica,
sino como la consecuencia de un punto de indecible estructural, este agieren ya no será una consecuencia de
una representación sofocada sino de un punto de imposibilidad propio del decir,
un hacer que es consecuencia del estar
diciéndole al otro/Otro). Y a partir de
ese punto las resistencias comandan la secuencia de lo que se repetirá (siguiendo esta otra línea: la repetición no es sin el punto de
imposibilidad, lo que llevó a Lacan a distinguir en su seminario XI dos
aspectos de la repetición: automatón,
o deteminación simbólica, y tyché, o
lo real, en tanto lo que no cesa de no inscribirse). El enfermo extrae del arsenal del pasado las armas con que se defiende
de la continuación de la cura, y que nos es preciso arrancarle pieza por pieza."
(Tita reproduce una receta con pétalos de rosas... pero la reproducción falla: una gota de sangre se mezclará en la preparación con efectos de... realismo mágico)
"Tenemos dicho que el analizado repite en vez de recordar, y repite bajo
las condiciones de la resistencia; ahora estamos autorizados a preguntar: ¿Qué repite o
actúa, en verdad?. He aquí la respuesta: Repite todo cuanto desde las fuentes de su reprimido ya se ha abierto paso
hasta su ser manifiesto: sus inhibiciones y actitudes inviables, sus rasgos
patológicos de carácter (aquí
en Freud, se repite algo pre-existente.
A partir de la 12ª clase del seminario 8, en Lacan se abre la perspectiva de
que allí donde se repite, se produce lo
que no había antes. Lo cual dicho en los términos de Kierkegaard será: lo único que se repite es… la imposibilidad
de repetir). Y, además, durante el
tratamiento repite todos sus síntomas. En este punto podemos advertir que
poniendo de relieve la compulsión de repetición no hemos obtenido ningún hecho nuevo, sino sólo una concepción más
unificadora. Y caemos en la cuenta de que la condición de enfermo del analizado
no puede cesar con el comienzo de su análisis, y que no debemos tratar su enfermedad como un
episodio histórico, sino como un poder actual. Esta condición
patológica va entrando pieza por pieza dentro del horizonte y del campo de
acción de la cura, y mientras el enfermo lo vivencia como algo real-objetivo y actual,
tenemos nosotros que realizar el trabajo terapéutico, que en buena parte consiste
en la reconducción al pasado (que
es el modo que Freud postula para que el paciente se encuentre con el sinsentido de la ligadura de
representaciones que le viene haciendo padecer, sólo que ese sinsentido tiene en el horizonte un verdadero sentido: “esto corresponde a esta otra
escena”).
(Mamá Elena, la terrible madre que encarna la supuesta repetición de los "mandatos familiares"... ¿tendrá que ver con eso la repetición en psicoanálisis?)
El hacer recordar dentro de la hipnosis no podía menos que provocar la
impresión de un experimento de laboratorio. El hacer repetir en el curso del
tratamiento analítico,
según esta técnica más nueva, equivale a convocar un fragmento de vida
real, y por eso no en todos los casos puede ser inofensivo y carente de peligro
(léase aquí el título del film de
Cronenberg: "Un método peligroso"). De aquí arranca todo el problema del a menudo
inevitable «empeoramiento durante la cura»."
LA PRÓXIMA CONTINUAREMOS CON EL TEXTO DE FREUD Y NUESTRO COMENTARIO
Guillermo Cabado
Mientras tanto, los espero el sábado 8 de agosto a las 18.30hs
en "LACAN CON CINE"
Articularemos el relato del film "Como agua para chocolate" y sus codornices con pétalos de rosas
con el notable trabajo que realizara Lacan en su "El seminario sobre la carta robada" a partir de una tirada de monedas arrojadas al azar...
Informes e inscripción:
cabado@hotmail.com
Para leer la primera parte del texto recién puntuado, clic aquí
[1] Freud retoma la argumentación donde la había dejado antes de la
intercalación precedente.
[2] Esto había sido señalado por Freud mucho antes, en su «Epílogo” al
análisis de «Dora» (1905e), AE, 7, pág. 104, donde considera el tema de
la trasferencia.
[3] [Cf: «Sobre la iniciación del tratamiento» (1913c), supra, pág.
139.]
[4] [Esta es, aparentemente, la primera vez que Freud menciona el concepto,
que en un sentido más general habría de tener tan importante cometido en la
posterior doctrina de las pulsiones. Referido, como aquí, a su aplicación
clínica, se lo encuentra nuevamente en «Lo ominoso» (1919A), AE, 17,
pág. 238, y forma parte de las pruebas aducidas en apoyo de la tesis general de
Más allá del principio de placer (1920g), AE, Í8, págs. 18 y
sigs,, donde se remite a este trabajo]
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