Wednesday, June 10, 2015

TENSIÓN ARTE-PSICOANÁLISIS: dos maneras distintas de entender qué es psicoanalizar - 1RA PARTE

("La virgen, el niño y Santa Ana", obra de Da Vinci que motivara el análisis de Freud en "Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci")

Lo que sigue es un fragmento de un artículo titulado "Semiótica e historia del arte" escrito por Mieke Bal y Norman Bryson. Parte de un diálogo respecto de algún posible cruce de arte y psicoanálisis, fui invitado a opinar sobre él mismo. Eso me llevó a traducirlo y a practicar la disciplina del comentario, apuntando a una cuestión para mí sensible: ¿qué entendemos por psicoanalizar?.  Cuestión alejada de apetitos académicos o intelectuales, demanda un esfuerzo de formalización por parte del que practica el psicoanálisis. Por una única razón: para que "no pague el pato" el paciente a la hora de la verdad, cuando viene a confiarnos su sufrimiento. Es que "dime cómo te paras frente a un cuadro y te diré cómo escuchas a un paciente"...


"EL PSICOANALISIS COMO UNA TEORÍA SEMIÓTICA"
(primera parte de la traducción; los subrayados en el texto y los comentarios que intercalo son injerencia de mi parte)

"Para muchos investigadores la contribución más productiva de la semiótica a la historia del arte estriba en el enfoque semiótico de la condición de constructo social que tienen los signos. En esto la semiótica robustece las tendencias que dentro de la historia social del arte consideran a las representaciones no como el reflejo de una realidad que podría encontrarse en tal o cual sitio, sino más bien como una fuerza activa que se presentifica en la sociedad. Pero la semiótica es un campo complejo y múltiple, y enseguida veremos más a fondo dos aspectos de la misma que, aunque en apariencia menos ligados al proyecto de una historia social del arte, pueden complejizar de un modo provechoso a esta última: el psicoanálisis y la narratología.

El psicoanálisis es un modo de leer el inconciente y su relación con la expresión, y como tal es una teoría semiótica."


"Un modo de leer el inconciente" implica que podría haber otros. Pues bien, con Lacan el inconciente no es, por caso, un objeto que podría abordarse con distintos puntos de vista o métodos. Con Lacan el inconciente no está antes que su lectura. De esto se desprende que sin psicoanálisis, sin ese modo de leer introducido en el momento en el que se nos dirige la palabra, no hay eso que Lacan llamará "inconciente".

"Inconciente" entonces: nombre que usaremos para designar algo que sucede a partir de cierto modo de tratar el decir. Modo que de ninguna manera coincide con lo que algunos hacen con episodios como el del diputado que presto a asumir su cargo dijera "juro por la plata... digo: por la patria". En esta perspectiva no hay chance de afirmar que eso sea una "formación del inconciente". Necesitaríamos ante todo que ese diputado nos dirigiera la palabra, nos hablara de ello, le pudiéramos preguntar y él responder y volver a intervenir nosotros y él hacer algo con nuestra intervención y así hasta encontrarnos, si es que sucediera, con que en ese decirnos acontece un descentramiento. Pero un descentramiento verificado en el entre-dos y no un fenómeno que nosotros observamos y sancionamos. Definitivamente no: desde esta perspectiva el inconciente NO ES la irrupción de un significado no pretendido por parte del hablante.

Finalmente: desde esta perspectiva no se sostiene la idea - que sí se puede sostener desde otro modo de entender el psicoanálisis - de que "primero hay inconciente y después se manifiesta, se expresa".


"Usar esa teoría para el estudio de las artes visuales implica asumir que el arte soporta huellas del inconciente."

Sólo desde una perspectiva que no es la que acabamos de introducir podría pensarse que en la obra "se manifiestan, quedan huellas del inconciente del artista", rastros de una suerte de fuerza no conocida por el creador que habría de manifestarse a partir de él y que además podría ser equivalente lo que se le dice al analista en tiempo y cuerpo presente que a través de un cuadro o de un mensaje por wasap.
Por lo demás, descarto por ahora que el texto pueda promover aquí que en el cuadro "se proyecte el inconciente del espectador" y que las huellas sean las dejadas por esa "proyección" y no por el creador. Si algo de esto estuviera en juego, sería totalmente ajeno a la concepción que se desprende de Lacan respecto de lo que él nombrará "huella" (1).

"Más aún: mucho de los conceptos claves de la teoría psicoanalítica tienen una condición específicamente visual (lo imaginario, la mirada) o refieren ya sea a experiencias visuales (angustia de castración, el estadio del espejo), o a producciones sígnicas (condensación, desplazamiento) o a conceptos que tendemos a visualizar (el pecho, el falo). Cuando la teoría psicoanalítica es utilizada para leer a las artes visuales o la literatura, sin embargo, la transferencia de un método de curación de sujetos a un método de lectura de obra presenta el problema de la naturaleza de la relación a establecer entre la teoría y la obra de arte."


Con la cuestión de "la cura", otra vez la ocasión de ubicar dos modos distintos de entender el psicoanálisis: o primero está el síntoma y luego el analista "se apodera del síntoma", abriéndose así la posibilidad de la cura (Freud) o el síntoma no está antes, sino que es producido por el mismo análisis; lo que sí muy posiblemente haya antes sea una serie de trastornos que padece quien llega a consulta que psicológicamentepodrían nombrarse "síntomas"como por ejemplo el temor que tenía cierto dibujante ante la desnudez de las mujeres que retrataba (ya verán aparecer esta cuestión más adelante en este artículo, cuando se comente un grabado de Durero). El punto es que si a estos trastornos los consideramos síntomas quedamos excluidos de la lógica que respira en el famoso planteo de Lacan soportado en la referencia a "Las meninas", según el cual el analista forma parte del cuadro. Por cierto, es muy posible que estos trastornos cedan en el transcurso de un análisis, pero eso no será la cura, sino una consecuencia, seguramente muy deseable para quien consulta, de ella.


"El psicoanálisis es una cura por la palabra en la cual el paciente es el que habla, el que interpreta; en la psico-crítica la obra no puede hablar, por lo tanto ¿quién sería el paciente?. Si el psicoanálisis tiende a tomar el valor de un código maestro que puede ser 'aplicado' al arte, uno también puede argumentar que el crítico es el paciente que habla (él/ella el único que habla) mientras que la obra de arte es el analista que orienta el trabajo analítico (típicamente el analista se mantiene en silencio, pero a su vez estructura el trabajo analítico)."


Aclarando ya que esta postura del "psicoanálisis aplicado al arte" no es el camino que los autores avalarán, sin embargo en su modo de dialogar con la misma evidencian una concepción del psicoanálisis que acarrea ciertas confusiones cruciales. Buena oportunidad entonces para situar una de las primeras cuestiones de las que Lacan se ocupara cuando inició su enseñanza (comienzo fechado por él mismo retroactivamente en julio de 1953): lo que quiere decir hablar. Precisamente porque no alcanza con ubicar fenoménicamente un paciente abriendo la boca y un analista manteniendo los labios cosidos para entender lo que allí está en juego.

A lo ya dicho respecto del tratamiento de la demanda en un particular va y viene de palabras y silencios, cabría introducir otro eje: ¿alguien podría suponer que puede tener el mismo estatuto "sentirse interrogado por una obra de arte" que por una persona sentada delante o detrás nuestro?. ¿La presencia de los cuerpos tiene o no algún peso allí?. Ya sabemos que el tratamiento que Lacan hace del concepto de "transferencia" implica pensarla en el espacio topológico y no en el tridimensional. Por cierto que el cuerpo que está en juego en el psicoanálisis no sea el cuerpo anatómico, no hace de esta práctica ni un encuentro de espíritus ni de softwares que se interconectan (en el que uno de ellos estaría hecho para analizar la estructura del otro). Cuestión apasionante, con diversas formulaciones de Lacan a lo largo de su enseñanza que en todos los casos excluye que el cuerpo del que habla sea la "res extensa" cartesiana, claramente su planteo se contrapone al que podemos encontrar en Freud:

- o entre la pulsión oral y la necesidad de autoconservación (que lleva por ejemplo a buscar chupar del pecho materno) hay un puente,

- o la pulsión y la necesidad biológica son dos polos que mantienen una relación de tensión, pero entre los cuales no hay continuidad alguna. En este último caso, en tanto el psicoanálisis no tiene otro medium que la palabra del paciente, la biología se presenta como perdida desde-ya-siempre. Pero también, por ello mismo, en tanto allí hay cuerpos, esa ausencia la vuelve una presencia en tensión. El modo en que actualmente Alfredo Eidelsztein viene discutiendo el asunto me parece interesante, y no precisamente porque acuerde con ciertas conclusiones, pero sí por el esfuerzo en no "naturalizar" ese "allí hay cuerpos".

CONTINUARÁ

Guillermo Cabado


(1) "Se tra­ta,en efecto, de lo siguiente, que el sujeto con­serva una cadena ar­ti­cu­la­dafuera de la conciencia, inaccesible a la con­­ciencia. Es­ta es una de­man­da,y no un empuje, o un malestar, o una impresión, o nada que us­­tedes traten decaracterizar en un orden de primitividad ten­den­cial­men­­te definible. Pe­­roal contrario, se traza allí una traza {s’ytrace une trace}, si pue­do decir, de­li­mi­tada por un trazo {trait}, aislada {iso­lée} como tal, llevada a una potencia que se di­ríaideográfica" 
(clase del 11/1/61 del seminario 8 de Lacan que anticipa apretadamente lo que será buena parte del desarrollo de las primeras reuniones del seminario siguiente, "La identificación". El texto establecido por Ricardo Rodríguez Ponte tiene una valiosa nota respecto de la traducción del pasaje:  "Todo el tiempo tra­duzco trace por traza, incluso allí donde podría op­tarsepor huella, para man­te­ner su relación cercana a trait, que traduzco por tra­zo, incluso allí donde podría ha­ber optado por rasgo". Vemos así la íntima relación de la concepción de "huella" con "demanda", "trazo" y "trazo" )

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