"PERDER TU PÉRDIDA"
(una lectura crítica de "Duelo y melancolía" de Freud en "LACAN CON CINE",
entre películas y un libro de Jean Allouch)
(cuando me pregunté cuál sería el ícono para la muerte, no la física, para la cual suele estar la calavera, sino la del amor, la colega María Lourdes Iannizzotto me sugirió la de "Dolls" de Kitano, articulada en la leyenda del hilo rojo)
Preparando algunas líneas del taller que iniciaremos en abril comparto aquí un poema de Estela Figueroa (le debo su conocimiento al poeta Patricio Foglia) y un pasaje del libro "Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca" de Jean Allouch del que nos serviremos para vertebrar los encuentros de "Lacan con cine" que en esta ocasión titularé "Perder tu pérdida":
Mirando una vieja fotografía
No estalló una bomba.
No hubo un incendio.
Estalló la vida.
La vida se agotó como un fósforo.
Todas esas personas jóvenes
que sonríen a cámara en una boda
en esa foto que amarillea
murieron a una edad razonable
y de dolencias comunes.
“Hay una puerta que se ha cerrado hasta el fin del mundo”
Y qué rápidamente.
(Estela Figueroa, "La forastera")
(fotograma de "La sociedad de los poetas muertos": la foto de aquellos otros estudiantes, en la vitrina y el reflejo de los estudiantes de ahora mirándola. La mesa estaba servida para que el tal profesor Keating lanzara su famoso "carpe diem")
"Y SE SORPRENDEN ENTRE LOS FREUDIANOS DE QUE LOS DUELOS SEAN INTERMINABLES... COMO SI NO SE HUBIERAN CONTRIBUIDO MUCHO PARA ESO"
Propongo ahora visitar este pasaje de "Erótica del duelo...":
"Si bien habla de la inexistencia del objeto, Freud sin embargo no identifica (salvo en la realidad... lo que muestra el carácter mal barajado de esta noción) la muerte del amado(a) con su inexistencia (que muera no implica que deje de existir...). Delimita también un sitio para el objeto perdido, tiene también su más allá, que es... psíquico. En quien está de duelo, escribe:
'la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico'
Excepto el término de existencia, la observación no puede ser más clásica: Freud no inventa el anhelo, occidental y ampliamente vano, de sobrevivir en el recuerdo de quienes quedan (...)
(...) Otra característica de esa sobrevida del muerto en el psiquismo de quien está de duelo no es tampoco advertida aún cuando es decisiva. Esa sobrevida en el recuerdo no tiene el mismo estatuto en todos los casos. Si en efecto el contexto es el de una familia cristiana, quien está de duelo puede creer que el ser que acaba de perder está en adelante en el paraíso o en el purgatorio, o incluso en el infierno: aquí nos importa poco lo que será el juicio de Dios ya que evocamos este caso para observar que existe entonces para ese enlutado, cierto más allá que no es de esencia psíquica (cf: el cuerpo glorioso, yacente en espera del juicio, o eternamente quemado), un más allá donde su muerto tiene su sitio. Además, en una amplia medida (y si el causante del duelo cree en la absoluta libertad de Dios a ese respecto, esa medida será absoluta), ese sitio no depende de quien está de duelo.
Así se ve que reduciendo ese más allá sólo al psiquismo de quien está de duelo, y lo que es más, aislando a quien está de duelo en sus únicos vínculos con el desaparecido (entiendo que se refiere que aislarlo consiste en que ahí donde el sujeto en duelo se presenta hablando una y otra vez de ése/a que ha perdido, el oyente confirmaría que no hay otra cosa para él en el presente que ese vínculo), Freud de algún modo lo carga con una sagrada (¡ésa es la palabra!) responsabilidad.
Ésta es además acrecentada por el hecho de que Freud no tiene en cuenta para nada (quedémonos en el vocabulario cristiano) las obra del muerto. Que el muerto haya realizado algo o que su vida haya sido un lamentable fiasco no interviene en su manera de plantear el problema del duelo (de esto se ocupará Allouch más adelante en el libro).
En resumen, Freud piensa el duelo como si fuera la única barrera, la única zona que separa al muerto de su aniquilamiento. Eso es un gran peso sobre las espaldas de quien está de duelo. Y se sorprenden entre los freudianos de que los duelos sean interminables... como si no se hubiera contribuido mucho para eso"
("Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca", pag 132 y 133, Jean Allouch)
Para informes sobre el taller "PERDER TU PÉRDIDA", escribir a cabado@hotmail.com
Guillermo Cabado
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