R S I
(alrededor del seminario 22 de Lacan)
UN CONJUNTO DE ANALISTAS NO ES UN SINDICATO... ES UNA SERIE MATEMÁTICA
Tomemos otro pasaje de la misma reunión del 19/11/74, aquel día de la huelga, abordada en el apunte previo:
TERCER APUNTE
"HAY SUJETOS EN LOS CUALES EL ANÁLISIS NO TIENE ÉXITO. Y ESO los vuelve VUELVE IMBÉCILES" (Lacan, el 19/11/74)
UN CONJUNTO DE ANALISTAS NO ES UN SINDICATO... ES UNA SERIE MATEMÁTICA
Tomemos otro pasaje de la misma reunión del 19/11/74, aquel día de la huelga, abordada en el apunte previo:
"¿El analista puede ser considerado como un elemento?. ¿Acaso él hace, dicho de otro modo, conjunto?. Hacer conjunto, es algo que trataré de explicarles, no es hacer sindicato. Son dos términos diferentes. Hacer conjunto, eso puede querer decir, eso quiere decir: poder hacer serie."
En este punto me detengo como lector, necesito pensar por qué Lacan introduce aquí, una vez más en su enseñanza (¿pero del mismo modo que otras veces? (1)) el concepto matemático de serie.
Hacer este ejercicio no me pondrá en camino de convertirme en matemático (aunque J. M. Vappereau, por ejemplo, dice que él con el paciente hace matemáticas (2)). Mi apuesta es que cada una de estas disquisiciones me ayuden a contrarrestar la inercia de la comprensión psicológica cuando de lo que se trate sea de escuchar el malestar de quien me consulta en tanto psicoanalista.
Entonces, si Lacan utiliza el concepto de serie, está refiriendo a una sumatoria de sumas parciales. No cualquier sumatoria; tiene un requisito previo: para ubicar una serie primero es necesario precisar cuál es la sucesión ordenada de términos que se va a sumar. Orden sucesorio que responde a una lógica, a una regla, propia de esa sucesión.
Pero para que un término sea un elemento de dicha sucesión es necesario que se ajuste a la regla de turno. De esto se desprende una pregunta: ¿cuál será la regla que hace de un oyente un término de la sucesión? (3). Por lo que dirá un poco después uno puede entrever la respuesta, e incluso proponer su escritura:
la regla no se escribirá, por ejemplo, "2x+1"...
la regla se escribirá:
Seguía Lacan, aquel día de huelga:
"Y sobre lo que yo me interrogo, es: ¿dónde se detiene esta serie?"
Preguntarse por eso en matemáticas es preguntarse por el límite (lim) de la sumatoria de sumas parciales (Σ) (y con ello si ese límite es convergente, definible entre los números reales, o divergente, tendiente al infinito... (4)).
Es decir: ¿cuál es la sumatoria de las sumas parciales de oyentes que soportan la regla arriba escrita?. Lo cual también es un modo de preguntarse por los oyentes potenciales que no toman valor "analista".
"Entre otros términos, ¿puede un analista, a ejemplo de aquello a lo que acabo de aludir en lo que concierne a la injuria, comportarse como un imbécil?" (¿un oyente imbécil puede considerarse analista, elemento "i en su relación con el discurso analista", o por el contrario, está allí el límite al que tiende "n" en esta serie?)
En este punto uno podría preguntarse: ¿para qué importar una formalización (más precisamente: un modo de escribir especial) a la hora de pensar la lógica que hace de un oyente un analista, si el criterio para dirimir el asunto será el de la "imbecilidad" (cuestión que suena o bien a insulto o bien a recurso propio de un "medidor mental")?...
"Esto es muy importante como cuestión. ¿Cómo se juzga lo que yo califico como la imbecilidad?. Eso tiene seguramente un sentido, incluso en el discurso analítico. En otras partes también, por supuesto. En cada discurso, nadie se engaña al respecto: se es imbécil o no, digo por relación a ese discurso, especialmente al discurso del amo, al discurso universitario y al discurso científico, eso no constituye duda. ¿Cómo definir la imbecilidad en el discurso analítico?"
Con este solo movimiento "imbecilidad" deja de ser una "condición de la personalidad" para ser un valor relativo. Relativo a cada discurso...
IGNORANCIA NO ES BOLUDEZ... PERO TAMPOCO LO ES LA IMBECILIDAD
"He ahí una cuestión, una cuestión que he introducido, a fe mía, diría, desde mi primer año de seminario, al enunciar que el análisis es ciertamente un remedio contra la ignorancia, que es sin efecto contra la boludez. ¡Presten atención un minuto!. Ya he dicho que la boludez no es la imbecilidad. ¿Cómo situar la imbecilidad, especificarla de la boludez?"
De un plumazo reparte: del discurso psicoanalítico se puede esperar remedio cuando el que se relaciona con el mismo está en posición de ignorar... pero no cuando se comporta como un boludo. Sin embargo, la imbecilidad es otra cosa...
"Lo molesto y lo difícil en la cuestión que evoco, es algo de lo que quizá por mí están ustedes al tanto, no tengo que insistir pesadamente, pero a pesar de todo es necesario decir que hay sujetos en los cuales el análisis, digo la experiencia analítica, cuando se ofrecen a ella, no tiene éxito. Y preciso que eso los vuelve imbéciles. Es necesario justamente que haya algo al comienzo que pesque. Eso quizá quiere decir que serían más útiles, entiendo utilizables, en otra parte. Quiero decir que para otra parte ellos tienen dones evidentes."
NO HAY OTRA ÉTICA QUE... JUGAR EL JUEGO
El párrafo recortado se continúa inmediatamente así, evocando algo que ya había introducido a la altura de su seminario VII
"Eso nos devuelve a la ética de cada discurso, y no es por nada que he propuesto el término de Ética del psicoanálisis: la ética no es allí la misma, y es quizá en aquellos cuya ética habría hecho brillar en otra parte que el análisis no tiene éxito. Simple hipótesis, pero que quizá — eso no puede carecer de rodeos — quizá si yo me decido, pondremos aquí — en fin, pondremos: es una manera de hablar — yo pondré aquí a prueba, partiendo de esto que indico en cuanto a que no hay otra ética que jugar el juego según la estructura de un discurso, y que volvemos a encontrar ahí mi título del año pasado: son los no-incautos, los que no juegan el juego de un discurso, quienes se encuentran en posición de errar. No es forzosamente peor por eso. Pero es a sus riesgos. Los que erran, en cada discurso, no son allí forzosamente inútiles, ¡muy lejos de eso! Pero sería preferible que para fundar uno nuevo, de esos discursos, uno sea un poco más su incauto."
Lo que sigue en aquella reunión del 19/11/74 es la alusión no explícita a "la imbecilidad" de Roger-Pol Droit. Imbecilidad leída por Lacan en la posición que se articula en la nota que aquél escribiera en el diario Le Monde despotricando contra Jacques Alain Miller y su modo de manejarse con la transmisión del psicoanálisis en Vincennes. Pero eso ya es mucho menos interesante para nosotros. Quienes deseen ahondar en la anécdota podrán consultar el episodio en "La batalla de cien años. Historia del psicoanálisis en Francia" (pag. 189-192) de Elizabeth Roudinesco... (5)
Guillermo Cabado
En este punto me detengo como lector, necesito pensar por qué Lacan introduce aquí, una vez más en su enseñanza (¿pero del mismo modo que otras veces? (1)) el concepto matemático de serie.
Hacer este ejercicio no me pondrá en camino de convertirme en matemático (aunque J. M. Vappereau, por ejemplo, dice que él con el paciente hace matemáticas (2)). Mi apuesta es que cada una de estas disquisiciones me ayuden a contrarrestar la inercia de la comprensión psicológica cuando de lo que se trate sea de escuchar el malestar de quien me consulta en tanto psicoanalista.
Entonces, si Lacan utiliza el concepto de serie, está refiriendo a una sumatoria de sumas parciales. No cualquier sumatoria; tiene un requisito previo: para ubicar una serie primero es necesario precisar cuál es la sucesión ordenada de términos que se va a sumar. Orden sucesorio que responde a una lógica, a una regla, propia de esa sucesión.
la regla no se escribirá, por ejemplo, "2x+1"...
la regla se escribirá:
(me abstengo de escribir la variable "i" que da cuenta del oyente de turno en el lugar del agente, con una suerte de engendro "ai", porque ese oyente tendrá que estar distribuido en los cuatro lugares del discurso analítico aquí escrito, en tanto de lo que se trata es de saber si, dado tal o cual oyente, puede o no "jugar el juego según la estructura de discurso", o sea: según la regla de juego)
Seguía Lacan, aquel día de huelga:
"Y sobre lo que yo me interrogo, es: ¿dónde se detiene esta serie?"
Preguntarse por eso en matemáticas es preguntarse por el límite (lim) de la sumatoria de sumas parciales (Σ) (y con ello si ese límite es convergente, definible entre los números reales, o divergente, tendiente al infinito... (4)).
Es decir: ¿cuál es la sumatoria de las sumas parciales de oyentes que soportan la regla arriba escrita?. Lo cual también es un modo de preguntarse por los oyentes potenciales que no toman valor "analista".
"Entre otros términos, ¿puede un analista, a ejemplo de aquello a lo que acabo de aludir en lo que concierne a la injuria, comportarse como un imbécil?" (¿un oyente imbécil puede considerarse analista, elemento "i en su relación con el discurso analista", o por el contrario, está allí el límite al que tiende "n" en esta serie?)
En este punto uno podría preguntarse: ¿para qué importar una formalización (más precisamente: un modo de escribir especial) a la hora de pensar la lógica que hace de un oyente un analista, si el criterio para dirimir el asunto será el de la "imbecilidad" (cuestión que suena o bien a insulto o bien a recurso propio de un "medidor mental")?...
"Esto es muy importante como cuestión. ¿Cómo se juzga lo que yo califico como la imbecilidad?. Eso tiene seguramente un sentido, incluso en el discurso analítico. En otras partes también, por supuesto. En cada discurso, nadie se engaña al respecto: se es imbécil o no, digo por relación a ese discurso, especialmente al discurso del amo, al discurso universitario y al discurso científico, eso no constituye duda. ¿Cómo definir la imbecilidad en el discurso analítico?"
Con este solo movimiento "imbecilidad" deja de ser una "condición de la personalidad" para ser un valor relativo. Relativo a cada discurso...
IGNORANCIA NO ES BOLUDEZ... PERO TAMPOCO LO ES LA IMBECILIDAD
"He ahí una cuestión, una cuestión que he introducido, a fe mía, diría, desde mi primer año de seminario, al enunciar que el análisis es ciertamente un remedio contra la ignorancia, que es sin efecto contra la boludez. ¡Presten atención un minuto!. Ya he dicho que la boludez no es la imbecilidad. ¿Cómo situar la imbecilidad, especificarla de la boludez?"
De un plumazo reparte: del discurso psicoanalítico se puede esperar remedio cuando el que se relaciona con el mismo está en posición de ignorar... pero no cuando se comporta como un boludo. Sin embargo, la imbecilidad es otra cosa...
"Lo molesto y lo difícil en la cuestión que evoco, es algo de lo que quizá por mí están ustedes al tanto, no tengo que insistir pesadamente, pero a pesar de todo es necesario decir que hay sujetos en los cuales el análisis, digo la experiencia analítica, cuando se ofrecen a ella, no tiene éxito. Y preciso que eso los vuelve imbéciles. Es necesario justamente que haya algo al comienzo que pesque. Eso quizá quiere decir que serían más útiles, entiendo utilizables, en otra parte. Quiero decir que para otra parte ellos tienen dones evidentes."
NO HAY OTRA ÉTICA QUE... JUGAR EL JUEGO
El párrafo recortado se continúa inmediatamente así, evocando algo que ya había introducido a la altura de su seminario VII
"Eso nos devuelve a la ética de cada discurso, y no es por nada que he propuesto el término de Ética del psicoanálisis: la ética no es allí la misma, y es quizá en aquellos cuya ética habría hecho brillar en otra parte que el análisis no tiene éxito. Simple hipótesis, pero que quizá — eso no puede carecer de rodeos — quizá si yo me decido, pondremos aquí — en fin, pondremos: es una manera de hablar — yo pondré aquí a prueba, partiendo de esto que indico en cuanto a que no hay otra ética que jugar el juego según la estructura de un discurso, y que volvemos a encontrar ahí mi título del año pasado: son los no-incautos, los que no juegan el juego de un discurso, quienes se encuentran en posición de errar. No es forzosamente peor por eso. Pero es a sus riesgos. Los que erran, en cada discurso, no son allí forzosamente inútiles, ¡muy lejos de eso! Pero sería preferible que para fundar uno nuevo, de esos discursos, uno sea un poco más su incauto."
Lo que sigue en aquella reunión del 19/11/74 es la alusión no explícita a "la imbecilidad" de Roger-Pol Droit. Imbecilidad leída por Lacan en la posición que se articula en la nota que aquél escribiera en el diario Le Monde despotricando contra Jacques Alain Miller y su modo de manejarse con la transmisión del psicoanálisis en Vincennes. Pero eso ya es mucho menos interesante para nosotros. Quienes deseen ahondar en la anécdota podrán consultar el episodio en "La batalla de cien años. Historia del psicoanálisis en Francia" (pag. 189-192) de Elizabeth Roudinesco... (5)
Guillermo Cabado
Los fragmentos de la reunión aquí trabajada fueron establecidos por Ricardo Rodríguez Ponte. Los subrayados son injerencia de mi parte.
Sugiero esta página para aquel lector que quiera dar un primer paso hacia la comprensión de los conceptos de sucesión y serie. Guarda ese ideal de simpleza para abordar lo complejo que resulta conveniente en nuestro hacer: http://www.disfrutalasmatematicas.com/algebra/sucesiones-series.html
(1) Tres años antes de esta clase, en la segunda reunión de su seminario 19 ("...o peor") Lacan también hablaría de matemas y boludez: "sin duda algunos de aquellos que están aquí han asistido, a saber Santa Ana, cuando planteaba la cuestión de lo que se podría llamar un matema, planteando ya que es el punto pivote de toda enseñanza, dicho de otra manera, que no hay enseñanza más que matemática, el resto es broma.
Esto lleva seguramente a otro estatuto del escrito que el que he dado de entrada. Y la juntura, en el curso de este año de lo que tengo para decirles, es lo que intentaré hacer. Mientras tanto mi dificultad, aquella en suma donde a pesar de todo me sostengo —no sé si esto viene de mí o si es más bien por vuestra cooperación— mi dificultad es que mi matema, visto el campo del discurso que debo establecer, confina siempre en la boludez. Eso va de suyo con lo que les he dicho ya que en suma, de lo que se trata, es que la relación sexual no hay, habría que escribirlo H-I-H-A-N y appât {cebo, señuelo} con dos p, un acento circunflejo y una t al final..." (15/12/71, texto traducido por Ricardo Rodríguez Ponte)
(2) Invito a escuchar la objeción que realizara Vappereau a Alfredo Eidelsztein respecto de para qué las matemáticas en el psicoanálisis aquí, alrededor del minuto 16: https://www.youtube.com/watch?v=9s02Dnr-wx4
(3) A este "oyente" lo postulo como aquél que a la hora de ejercer su "poder discrecional de oyente" (definición de Lacan en 1955 en "Variantes de la cura tipo") puede hacerlo jugando las reglas que en transferencia lo constituyan como psicoanalista.
(4) Lo cual desmiente la tendencia, en algunas divulgaciones del concepto de serie, a sostener que el límite de las series siempre es infinito.
(5) Para acceder al libro on line, dar clic aquí
(1) Tres años antes de esta clase, en la segunda reunión de su seminario 19 ("...o peor") Lacan también hablaría de matemas y boludez: "sin duda algunos de aquellos que están aquí han asistido, a saber Santa Ana, cuando planteaba la cuestión de lo que se podría llamar un matema, planteando ya que es el punto pivote de toda enseñanza, dicho de otra manera, que no hay enseñanza más que matemática, el resto es broma.
Esto lleva seguramente a otro estatuto del escrito que el que he dado de entrada. Y la juntura, en el curso de este año de lo que tengo para decirles, es lo que intentaré hacer. Mientras tanto mi dificultad, aquella en suma donde a pesar de todo me sostengo —no sé si esto viene de mí o si es más bien por vuestra cooperación— mi dificultad es que mi matema, visto el campo del discurso que debo establecer, confina siempre en la boludez. Eso va de suyo con lo que les he dicho ya que en suma, de lo que se trata, es que la relación sexual no hay, habría que escribirlo H-I-H-A-N y appât {cebo, señuelo} con dos p, un acento circunflejo y una t al final..." (15/12/71, texto traducido por Ricardo Rodríguez Ponte)
(2) Invito a escuchar la objeción que realizara Vappereau a Alfredo Eidelsztein respecto de para qué las matemáticas en el psicoanálisis aquí, alrededor del minuto 16: https://www.youtube.com/watch?v=9s02Dnr-wx4
(3) A este "oyente" lo postulo como aquél que a la hora de ejercer su "poder discrecional de oyente" (definición de Lacan en 1955 en "Variantes de la cura tipo") puede hacerlo jugando las reglas que en transferencia lo constituyan como psicoanalista.
(4) Lo cual desmiente la tendencia, en algunas divulgaciones del concepto de serie, a sostener que el límite de las series siempre es infinito.
(5) Para acceder al libro on line, dar clic aquí
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