EL MURO (de Facebook)
(un cuento pagano de navidad)
"Entre el hombre y la mujer,
está el amor.
Entre el hombre y el amor
hay un mundo,
Entre el hombre y el mundo
hay un muro”
(6/1/72, seminario “…o peor”,
Lacan cita con un lapsus
el fragmento del poema de Tudal
el fragmento del poema de Tudal
que había inserto en “Función y campo de la palabra y del lenguaje”) (1)
¿Qué hubiese pasado si no entraba a Facebook?. Acababa de arreglar una cena a solas y al fin. Había disfrutado de la insólita paz que me llega de este rito de armar cada año el árbol de navidad. Pero.
Pero tuve que entrar a la red social. ¿Era necesario?. No es seguro. Contingente, en cambio, resultó toparme con estas palabras de Marcela Alluz en su muro:
“Yo no quería cogérmelo. No. Tan sólo charlar un rato. Tomar un café en esta siesta así, de lluvia y neblina. Hablar de mí, claro, de qué más puedo hablar yo. Contarle algunas cosas y que él piense, oh, cómo me gusta esta mujer. Quería reírme mucho y que me viera los dientes y los hombros y las clavículas, que son lo más lindo que tengo. Por eso lo busqué y lo llamé y lo mensajee y le dejé guijarros redonditos y blancos hasta mi escritorio.
Sólo eso quería. Nada de este cuarto con olor a poett, ni estas sábanas estiradas, ni esta angustia que me nace ahora en el medio de la panza. Nada de este cuerpo que ahora vuelve a tomarme y se ríe y me pregunta, esto buscabas. No. No. No buscaba esto, te juro. Pero. A las mujeres como yo que las tardes nubladas les quedan grandes y tienen una boca inconveniente y palabras soltadas al azar, a las mujeres como yo no las entienden.
Entonces. Me pongo las sandalias con este gesto cansado y confundido, y estas manos, estas manos que siguen buscando la taza de café y esos oídos, esos oídos que tenían que escucharme un rato nada más en una confitería de barrio, escondidos los dos, como si fuéramos amantes, pero sin llegar a serlo.
Boca inconveniente.”
Cerré la aplicación. Tomé el teléfono y llamé a Lucía. Después de un balbuceo cancelé la cena recién acordada. Al cortar me alivié: no soportaría enamorarme de ella y un día enterarme de que empezó a necesitar de un café con otro que le desee el ser y la clavícula. Dejé la mente en blanco y sobrevino un pensamiento idiota: un árbol de navidad no necesita la alquimia del agua y la luz.
Ahora mismo sigo sin saber qué decir de mi paz.
Guillermo Cabado
navidad de 2014
Para visitar la página WEB de la escritora Marcela Alluz, cuyo texto inserté en este relato, clic aquí
(1) El texto no errado era: “Entre el hombre y el amor/está la mujer/ Entre el hombre y la mujer/hay un mundo/Entre el hombre y el mundo/hay un muro”
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